Me duele que hayas tenido que ser tú, que dibujaste la felicidad en mi gesto, quien me muestre que la felicidad tan pronto como viene, se puede largar.
Y como alguien dijo sabiamente un día: ya no te quiero, es cierto, pero cuánto te quise. Porque en noches como esta te tuve entre mis brazos, nunca estaré contenta con haberte perdido, aunque este sea el último dolor que me causes, y tal vez sea este el último texto que te escribo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario